LA SEMANA


Llega a su fin, muy intensa, dominada por emociones a flor de piel. Es, sin lugar a dudas y pese a algunos, la Semana Grande de la ciudad a la que sirvo. Comenzó con buen sabor de boca tras pregón auténtico y sentido de García Reyes, declarado Cautivo de Sevilla. Confieso que me ganó al escribir eso de “Para JM, Ciudadano del paraíso…”. Claro que sí, Alberto, creo vivir en la mejor ciudad del mundo, de cuya esencia forman parte las fiestas primaverales, pero también comparto lo que escuché a Manzanares, fundador de Ayesa: debemos esforzarnos cada día por propiciar un bienestar en el que la primavera de trabajo de vanguardia dure todo el año. Qué bonito, D. José Luís, eso de la “larga fila de nazarenos formada por emprendedores e ingenieros informáticos..”


Momento cumbre en la Hermandad del Dulce Nombre del barrio de Bellavista. “Dar para recibir” se puede leer en el cirio de los donantes de órganos. Qué gran labor la del doctor Pérez Bernal!


Y termino con el dolor, compartido con el delegado Cabrera, por lo acontecido en la Madrugá. En esas dos horas fatídicas, temí por la ciudad en general, y por mi nazareno del Silencio en particular. Necesitamos saber qué pasó y quienes están detrás. Que les caiga encima el peso de la ley. No se puede repetir. Es momento de tomar decisiones, por drásticas que sean.


Que así sea, Sevilla!

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